Cuando el Mati anunció su llegada, nadie me dijo que la espera sería tan larga y esmerada. Tampoco nadie me advirtió de la impaciencia de último minuto que a uno la invade después de esperar tanto tiempo. La paciencia no es una de mis virtudes, pero el Mati parece que se hace de rogar y el día de su llegada parece no llegar nunca. Ya esta todo listo: su cunita, su pieza, implementos de aseo, ropita lavada y emperifollada, pañales e incluso su abuela importada, pero ni luces del Mati todavía.
Según mi doc, ya estamos listos en el ambito biológico también. Lo único que pareciera faltar es que a mi útero le de por no querer tener más al Mati metido en sus entrañas y le de por reclamar. Mientras eso pasa, me siento a esperar y a esperar en casa, sintiéndome como camión volcado, con menos movilidad de un elefante marino. ¿Tendrá un propósito esto de hacerse tanto de esperar?